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En su famoso artículo del año 1995, “Jugando a los Bolos a Solas”, el destacado profesor de Sociología de la Universidad de Harvard, Robert Putnam, gran impulsor de la Teoría del Capital Social, en base a una larga investigación empírica, argumenta que uno de los cambios más notables que estaba experimentando la sociedad estadounidense en esos años era la pérdida del sentido comunitario. El deterioro del Capital Social.

Francis Fukuyama, politólogo, quien se hiciera famoso a nivel mundial dando por “terminada la historia”, anunciando el “último hombre” en 1992, gira en 90º grados al publicar “Confianza: Las Virtudes Sociales y la Creación de Prosperidad”. Sostiene ahora que el Capital Social es la variable clave del desarrollo. ¡ Y que Estados Unidos de Norteamérica lo está perdiendo!. Se gira en otros 90º, en 1999, al escribir “La Gran Disrupción: La Naturaleza Humana y la Reconstitución del Orden Social”, donde hace aún más dudoso el futuro de esa otrora poderosa sociedad.

Fukuyama sí que innova. Cambia de opinión muy rápido. Aún así, recibe premios y honores por cada nuevo argumento que esgrime. ¿No indicará también ello un deterioro de esa supuesta nación “desarrollada?

Lo que está hoy meridianamente claro es que ese país ha perdido Capital Social, sistemáticamente, desde el año 1950. Y que hoy lo está pagando muy caro. ¿Qué ciudadanía puede elegir a una persona como Donald Trump, que es el líder indiscutido de la ”Era de la Post Verdad” como Presidente, asignándole poderes insólitos para dirigir la más grande potencia económica, geopolítica y militar desde la post guerra?

Donde no hay Capital Social nada florece. O no se hace sostenible en el tiempo.

¿Qué es el Capital Social? Nada más que la recuperación del sentido común y la sabiduría popular perdidas. Aquello que se refleja en los proverbios: “La Unión hace la fuerza”, “Hay que remar para el mismo lado”, “El corazón no miente a nadie”, “La verdad, aunque severa, es amiga verdadera”, “Nada es verdad ni es mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira”, “Ver, oír y callar para evitar”. El más trascendente de todos: “Donde reina el Amor sobran las leyes”.

El Capital Social es la capacidad de una organización humana de producir valor, de diversa naturaleza, siendo el bienestar integral de todos sus integrantes el más importante, a partir de la interacción entre ellos. Mayor es el Capital Social mientras más y mejor se relacionan. Mayor es el Capital Social si confían y se respetan entre sí. Mayor, mientras más alineados y comprometidos están con un conjunto de Principios y Valores compartidos. Mayor aún si han acordado un Proyecto Común. Mientras más solidaridad, civismo y reciprocidad caracterizan a esa sociedad.

Todas esas variables son bajas o nulas si el nivel de confianza interpersonal es bajo.

Por eso es tan grave y debe ser objeto de prioritaria urgencia el fortalecimiento de la confianza en Venezuela. Si la confianza es baja, el Capital Social es bajo. La democracia es feble. Los costos de transacción son altos. Todos somos culpables hasta que probamos nuestra inocencia. La corrupción avanza. La salud se deteriora. Los gobiernos no funcionan. La responsabilidad cívica es débil. ¡Parar una pandemia se hace muy difícil!

Urge entonces fortalecer la confianza y el Capital Social.

Es por eso que las Tecnologías de Construcción de Capital Social son hoy en día las más importantes. Ni las Tecnologías de Información y Comunicación, ni la Biotecnología, ni la Nanotecnología, entre otras, pueden desarrollarse donde no hay Capital Social. Una de las características distintivas del famoso “Silicon Valley” en California es el alto nivel de Capital Social.

La urgencia de desarrollar las Tecnologías de Construcción de Capital Social amerita la creación de una nueva disciplina, que he propuesto llamar Sociotecnología. Una disciplina científica y tecnológica que se aboque a la investigación, el desarrollo, la docencia y la aplicación de estas tecnologías. Por el muy bajo nivel de Capital Social de Chile, Venezuela y América Latina, por la urgencia de subirlo, por la baja disponibilidad de ellas a nivel mundial y por lo contingentes a la cultura que estas son, se debe asignar mucha importancia y recursos a esta disciplina. Si se hace, Chile, Venezuela y América Latina pueden, además, ser líderes a nivel mundial en la creación y desarrollo de esta nueva disciplina: la Sociotecnología.

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